Reconocimiento de 20 años de servicio

El pasado 14 de mayo de 2025 he sido objeto de un reconocimiento por 20 años de servicio en el Instituto irlandés aunque ya llevo 21 y otros cuantos más en el IUCE, en UNITEC y en la Universidad del Tepeyac. Muy al contrario de mi sentimiento por mis cumpleaños, de los cuales no siento ni me adjudico mérito alguno, con este reconocimiento puedo presumir que se ha debido a mi esfuerzo, al acompañamiento de mi familia y de algunos compañeros de trabajo y sobre todo, al amor hacia mis alumnos y hacia mi labor.

No ha sido fácil, en realidad ¿qué lo es? pero compruebo que hay algo fundamental para poder transitar el camino que más o menos empezó hace 24 años, y esto es que de verdad hay que encontrar la vocación y volcarse en ella. No lo negaré, antes de llegar a este momento, en mi primer año en este colegio renuncié a los 3 días, porque comparaba lo que me sucedía con mi estancia en el IUCE de los salesianos de San Juan Bosco y todo era diametralmente opuesto. Yo venía acostumbrado a otras dinámicas, a otros niños (Yanin, Mariana, Zghaib, Carla, Paletina y otros muchos más), a otras edades y enfrentarme a este nuevo esquema me rompía en mis creencias, en mi confort, en mi idea de lo que debería ser. Es aquí donde aparece quizas esa primera gran figura a la que agradezco y es al Dr. Noriega que más allá de “permitirme” renunciar me guió, me acompañó y me “obligó” a perseverar.

Mi madre, por otro lado y siendo fiel a ese acompañamiento que siempre me ha dado, me escuchó renegar, me compartió su experiencia, me alentó al punto en el que la losa que cargaba durante esos primeros meses en el irlandés fuera más llevadera.

La vocación ya la había encontrado, pero sí tuve que reforzarla y sobre todo tuve que hacerme de herramientas nuevas para librar nuevas batallas. La filosofía que me mueve hacia con todos mis alumnos es dotarlos también de herramientas, muchas herramientas que en el futuro les servirán, no sólo de lo obvio que es el conocimiento académico, sino del uso del lenguaje, del pensamiento crítico, de las normas de urbanidad, de la fe, del amor y de manera muy especial, del respeto.

Creo firmemente que contribuyo a que el mundo mejore, muchas veces en la acción y otras en la crítica, pero nunca siendo ajeno a mi entorno.

Si Dios me da vida, seguiré haciendo mi labor, por ahora, agradezco haber llegado hasta aquí.

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